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Hablamos de límite como el entorno que nos rodea, consecuencia del presente distópico en el que habitamos. Nos adentramos en el hogar del futuro, que es el presente ralentizado, estático, como resultado de los acontecimientos actuales, retándonos a diseñar con costumbres arraigadas y piezas heredadas del pasado, poniendo en valor el nuevo lujo y los materiales en bruto, sin artificios.

Recurrimos al juego de las piezas con formas amables y modulares, para poder modificar los espacios según nuestras interacciones, y las unificamos con el color crema, idóneo para evocar la paz, la tranquilidad y la sobriedad, que junto a los olores y los sonidos proyectados nos adentran en esta reflexión palpable.

Lejos de imaginar un futuro tecnológico con materiales por explotar, nos encontramos con el planteamiento de la vivienda como un espacio conocido, con límites menos definidos, donde la domesticidad y el trabajo se entre-conectan para dar lugar a un tránsito de lo más «extrospectivo» a lo más introspectivo, analizando las diferentes formas de relación que se establecen en cada espacio.

«habitar es poder estar»

«habitar es dejar huella»

«habitar es construir»

«Habitar es vivir»

«Habitar es enraizar-demorarse»

«Habitar es un arte»

«Habitar es mostrar-se»

«Habitar nos hace humanos»